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La huella ecológica de la electricidad

Actualmente casi toda la actividad humana produce efectos sobre nuestro medio ambiente. Una manera sencilla de evaluarlos es examinar cómo afecta a cinco grandes compartimentos de nuestro entorno: la atmósfera, las aguas, el suelo y los residuos, el paisaje y la biodiversidad y los riesgos o amenazas para la seguridad.

En este caso se va a analizar la huella ecológica de la electricidad.

Emisión de contaminantes a la atmósfera: Quemar carbón, petróleo o gas para producir electricidad, supone generar siempre gases como subproductos de la combustión. Pero la cantidad y calidad de los gases que salen por la chimenea depende de varios factores, que son: el tipo de combustible empleado, la variedad dentro de este, el procedimiento de combustión, y por supuesto, la existencia o no de procedimientos de descontaminación.

Los contaminantes emitidos son diversos, y entre ellos encontramos las partículas de ceniza, dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOx) y dióxido de carbono.

Impacto sobre las aguas: Todas las formas de producir electricidad tienen impacto sobre las aguas, pues todas aquellas dependen estrechamente de la disponibilidad de agua.Esto resulta evidente para la hidroelectricidad, pero también ocurre en el caso de las centrales térmicas, tanto convencionales como nucleares. En estas últimas es necesaria el agua para refrigerar el circuito.

Producción de residuos sólidos: Deriva principalmente de los subproductos de la operación de centrales térmicas de carbón y de centrales nucleares. En las primeras se producen grandes cantidades de escorias, residuos de la combustión, que deben ser almacenadas en parques especiales. Junto con cenizas de composición variable, son la mayor parte de los residuos que producen estas centrales.

En el caso de las centrales nucleares, estas plantas producen muy poca cantidad de residuos, pero de suma importancia, tanto por su radiactividad latente, como por los riesgos que pueden suponer.

Impacto sobre el paisaje y la biodiversidad: Este impacto es difícil de medir, pues no se trata de toneladas de contaminantes o metros cúbicos de residuos. En principio, cualquier central ocupa un espacio e impide otros usos y supone la destrucción de cierta cantidad de vegetación y de fauna. Cada tipo de central tiene una pauta distinta de impactos sobre el paisaje.

Riesgos: Todas las actividades de generación, transporte y consumo de electricidad suponen un cierto nivel de riesgo: el almacenamiento de combustibles para centrales térmicas puede provocar incendios o explosiones, existe la posibilidad de rotura en presas de embalses hidroeléctricos y el mismo uso de la electricidad en los hogares puede conllevar peligros. No obstante, son las centrales nucleares las que reciben, con mucho, más atención a este respecto.

Fuente: UNESA

Sobre el autor

Alberto Martinez

Ingeniero industrial en la especialidad de la electricidad, y apasionado de los mecanismos de generación, transporte y distribución de energía. Cada día más apasionado por la movilidad sostenible.

Un comentario

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  • estuviera bien que talvez esta informacion que ustedes publican se la enviaran a todos los
    politicos estupidos que solo hacen, babosadas solo por dinero.
    gracias por este espacio para que nosotros nos expresemos.

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