España exporta emisiones de CO2
Conocer cuántos gases de efecto invernadero emite una fábrica es sencillo, pero saber cuánto emite un hogar, desde la construcción del coche en el que se desplaza la familia a la ropa que visten y la carne que comen, es infinitamente más complicado. Porque la carne viene de Argentina y el acero del coche se produjo en China. Aún así, se pueden hacer aproximaciones, como la que ha realizado el Centro Regional para una Producción más Limpia de la ONU, con sede en Barcelona, y que ha financiado el Ministerio de Medio Ambiente y la Generalitat de Cataluña.
El estudio, presentado hoy en Poznan (Polonia), concluye que en 2005 el 20,13% de las emisiones de los productos consumidos en España se contabilizaron fuera. Es decir, que España importó cemento y acero de China cuyas emisiones de CO2 computan en Asia. El informe revela que “la fuga de carbono” creció un 74% entre 2000 y 2005. Otra conclusión es que cada vez se importan más productos que producen muchas emisiones de CO2 y que así se alivia la estadística. Aunque al clima le da igual, ya que el CO2 se reparte por igual en toda la atmósfera. Se haya producido en Totana o en Pekín.
El informe señala que “no sólo hay un proceso creciente de externalización de la huella de CO2 fuera del territorio español, sino que este proceso tiene más intensidad en países que no tienen limitadas sus emisiones por el Protocolo de Kioto, como China o Brasil (quinto en la lista con 5,01 millones de toneladas).
Pero España también importa CO2, ya que parte de la electricidad que porducen las centrales de carbón y gas españolas se exporta. Así que 6,5 millones de toneladas de CO2 contabilizadas en España podrían achacársele a Portugal; y 4,49 a Marruecos (ya que los dos cables submarinos que unen Tarifa y Tánger están continuamente enviando electricidad a África).
El debate sobre las “fugas de carbono” está presente en la negociación europea. La UE quiere limitar estas fugas, ya que no benefician a la lucha contra el cambio climático y suponen una pérdida de industria en los países ricos. De nada sirve, a efectos de lucha contra el calentamiento global, que cierre una cementera en Almería y abra otra en Argelia. Y menos si encima su proceso de fabricación es más contaminante y luego envía el cemento a Europa. Eso es hacerse trampas al solitario. Por eso Japón y paises como EE UU proponen aporximaciones sectoriales, que haya límites a las emisiones por sectores y que las cementeras tengan objetivos similares o comparables en todos los países.
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