Combustibles procedentes de biomasa
Como ya sabemos, el elemento esencial para el funcionamiento de un sistema de biomasa, es la caldera, encargada de convertir en energía calorífica un combustible de origen biológico, ya sea madera o de restos de masa biológica procedente de limpiezas de bosques, huesos de frutas, etc.
Las versiones de combustible, comercializadas más utilizadas para dicho proceso de conversión energética son (aparte de la leña tradicional) las briquetas y los pellets.
Las briquetas son bloques compactos fabricados a base de materia biológica residual, procedente de residuos forestales y deshechos de origen tales como cascarilla de arroz, restos de caña de azúcar, residuos de pulpa de papel, papel o cartón. Dichos materiales se compactan con agua y a menudo con otros residuos orgánicos, como las purinas de los cerdos o la arcilla.
Su constitución compacta y uniforme supone grandes ventajas de almacenamiento, limpieza, transporte y facilidad de uso respecto a la leña. La briqueta puede seccionarse fácilmente sin necesidad de herramientas para poder ser utilizada en chimeneas de menor tamaño o controlar la potencia de la combustión.
Los pellets de madera son pequeños cilindros de serrín comprimido, proveniente de astillas de madera y serrín seco. Estos cilindros se conforman a través de una alta presión aplicada a través de una matriz sin ningún tipo de aditivo (la lignina de la madera hace de aglomerante natural).
El pellet, al estar compuesto solo de madera, tiene un balance de emisiones de CO2 neutro, lo que equivale a decir que el CO2 emitido en la combustión es el que ha absorbido el árbol al crecer, y que volverá a absorber el que crezca en su lugar.
El único requisito para almacenar pellet en buenas condiciones y sin ninguna pérdida de sus propiedades es el de almacenarlo en un lugar seco.
Para producir la misma cantidad que se produce al “quemar” un litro de gasoil necesitamos 2 kg de pellet. Actualmente un litro de gasoil para calefacción tiene un coste de 0.75 € y 2 kg de pellet 0.40 €, esto supone un ahorro de más de un 40%.
La ceniza que resulta de la combustión del pellet es mínima por la alta eficiencia de la combustión y es totalmente biodegradable, incluso como abono.
Excelente empleo de estas materias de desecho.